Reedición 2021 - LP - Vinilo Ultra Transparente - Edición Limitada **Incluye una descarga digital gratuita en MP3 [320 kbps]
Cuando J (LOS PLANETAS) animó a su amiga Ana Fernández-Villaverde, hasta entonces pintora, a escribir sus propias canciones poco se imaginaría lo que estaba despertando. Era 2005 y ella había comprado su primera guitarra un año antes. De repente LA BIEN QUERIDA se reveló como uno de los talentos más fulgurantes que ha dado el indie-pop español recientemente. Su maqueta, grabada en 2007 con la ayuda de Horacio Nistal, enamoró a todo aquel que la escuchó, y fueron muchos. Su página de myspace, con cerca de 125.000 escuchas, es una de las más visitadas de un artista debutante. Sus canciones eran algo muy simple (ella con su guitarra y unos arreglos mínimos) pero con una belleza que desarmaba, fabulosas poesías de amor y desamor que recordaban el filo de LOS PLANETAS sin ruido, la intensidad emotiva de SR CHINARRO sin ironías, la dulzura de LA BUENA VIDA o CLAUDINE LONGUET sin languidez, el romanticismo de FAMILY sin disfraz tecno-pop. Fue elegida mejor maqueta del año por Mondo Sonoro y destacada en Rockdelux. Uno de los más emocionados fue Antonio Luque (SR CHINARRO), que le prestó la banda para dar una serie de actuaciones en Madrid a principios de 2008. La chica más deseada acabó fichando por Elefant, que por fin tiene el privilegio de editar su primer álbum.
Romancero, con 7 canciones ya conocidas de la maqueta y 5 nuevas, es uno de los discos más esperados de los últimos años y no es exagerado decir que va a ser uno de los más importantes de los próximos. Ana ha buscado la producción de David Rodríguez (BEEF), pensando en destilar la portentosa creatividad de LA ESTRELLA DE DAVID (el proyecto en solitario de David) con sonidos limpios ajustados al entorno amable de sus melodías. El resultado es que las canciones de Ana cobran una dimensión artística única con la inventiva sonora de David, y ésta reluce como nunca domesticada en la belleza naturalista de las canciones de Ana. El disco tiene por tanto dos lecturas, por un lado están las preciosas melodías de Ana, autosuficientes, con sus formidables letras, sinceras declaraciones y maduras reflexiones que reflejan de manera siempre interesante y emocionante el pesar del desamor, la frustración, el miedo, la incertidumbre y la euforia del amor. Por otro lado también se disfruta de un soberbio trabajo de David en la producción y de sus personales arreglos, tan peculiares y estrambóticos como siempre. Siempre buscando la diferencia con esas combinaciones de elementos chocantes que sólo él es capaz de imaginar pero después escuchados tienen mucho sentido. Aquí además tienen una admirable sutileza para no interponerse con las canciones. Es una visión de artista privilegiado que acaba dándole más belleza a las canciones con un sorprendente acierto y sin restarle protagonismo a lo verdaderamente importante, que es la voz de Ana y sus letras.
La producción a veces consiste en radicales deconstrucciones que tienen la habilidad de casi pasar desapercibidas, como sucede en Ya no, donde la melodía de Ana lleva el peso de la canción mientras la instrumentación alterna calma y tormenta de manera fracturada y discontinua con un espíritu cubista, consiguiendo hacerse eco del desamor de la canción. Otro tanto pasa con Bendita, una ranchera reconvertida por David con un ritmo extravagante, tintineos jazzísticos y el acordeón diatónico de Marceli Canalls en una preciosa balada de despecho con tanto desparpajo como encanto. Cuando lo intentas es una miniatura en la que, sobre un inquietante ambiente creado por una combinación entre suaves soplos de sintetizador e intensos golpes de piano, reina la dulzura de Ana y una preciosa melodía que ilumina una mandolina. Los estados generales es otra reconstrucción cubista, esta vez mezclando una balada del pop sesentero más estándar con matices de orquesta de cámara sobre un collage de ritmos latinos fracturados. Golpe de estado comienza con el acelero de un country hillbilly (con Daniel Descabello de TARANTULA a la guitarra) y de repente un fiscorno nos devuelve al pop que la melodía de Ana grita a voces en una inspiradísima declaración de amor. El matrimonio perfecto entre LA ESTRELLA DE DAVID y LA BIEN QUERIDA se fragua a través de un dúo entre Ana y David en 7 medidas de seguridad, una melodía vocal autosuficiente envuelta en una flauta sinuosa, sintetizadores marcianos y una cálida guitarra flamenca (solo de Juan Antonio Grimaldos) que acaba bailando en un final surrealista. Sabor castizo, intensidad y un cierto tenebrismo: es un cuadro de Goya con una interesante y sugerente letra.
En otras ocasiones la producción se mantiene al margen anotando acentos, como en Corpus christi, que no necesita mucho más porque es una canción redonda que enamora con su encanto, quizás una de las más bellas declaraciones de amor cantadas. Más exóticos son los sabores de De momento abril, que junto al ritmo y el palmeo flamenco tiene la chispa de un arreglo de cuerda de Mohamed Soulimane, de la ORQUESTA ARAB DE BARCELONA, que mezcla lo andaluz con lo andalusí. Es un contrapunto perfecto al contagioso romanticismo de la canción. A flamenco-rock suena el despecho de El zoo absoluto, hiriente con unas guitarras afiladas, un ritmo incisivo y de nuevo la aparición de las cuerdas de la ORQUESTA ARAB.
En A.D.N. Ana comparte voces con Joe Crepúsculo, y el inquietante ambiente que consigue la producción tiene una densidad que recrea el estado de ánimo de la canción, la pesadumbre existencial convertida en un bello canto de amor. Santa fe logra una intensidad contagiosa con su esquelética estructura, de una espectral belleza solemne que dispara el corazón recordando los momentos más emotivos de THE MAGNETIC FIELDS de 69 Love Songs. También podrían haberla convertido en un himno noise o en una balada épica, porque es de esas canciones gloriosas que se adaptan a todo. Igual de enorme y pegadiza es la melodía de 9.6, cuya frágil belleza se dinamita con la irrupción de un festivo tecno-pop (por si hacía falta una pista que condujera aún más a Stephin Merritt) que le insufla otra vida al optimismo de la canción.
Al final donde conduce todo es a THE MAGNETIC FIELDS, si no tanto por el sonido, sin duda por el espíritu, por la calidad y por la personalidad. Romancero se acerca a la altura de 69 Love Songs porque comparte con él el acierto al combinar el sentimiento poético y la individualidad artística. Son canciones vestidas de modo sutilmente estrafalario y original sin que pierdan su capacidad de expresar sentimientos. Y lo hacen de manera inteligente, sincera y conmovedora. Son canciones que se clavan en el corazón y se hacen un hueco en la cabeza con melodías aparentemente simples, aunque las armonías no sean nada obvias y los arreglos aún menos. Se trata de una obra de arte en su estado más puro, capaz de comunicar a través de su belleza las emociones más conmovedoras. Sin duda Romancero es un disco que marcará un hito.