Mucho se ha hablado ya sobre la música como válvula de escape, incluso como refugio. Tener una banda, compartir horas de local y carretera con buenos amigos y grabar en tu estudio favorito tu mejor disco hasta la fecha es el mejor premio de consolación cuando tienes el corazón partido.
En los 12 cortes cantados en primera persona que lo componen, Green canta a su perro Gofre (Seven Magic Words), recuerda su primera guitarra Telecaster (Salty Lemonade) y pone voz a Roy Sullivan (The Human Lightning Rod), un guardabosques estadounidense alcanzado por los rayos hasta en siete ocasiones y que se quitó la vida en 1983 por un desengaño amoroso. Mención especial merecen la weezeriana Born to Ruin, una oda a la amistad incondicional, y la sentida carta a sus progenitores que es Wrinkle, la más íntima del disco y seguramente de toda su carrera.
Consolation Prize es un disco rico en matices que destaca a la primera escucha por su melancólica vitalidad y sobresale respecto a los anteriores por un sonido mucho más enérgico. Su premio de consolación es un trofeo para los oídos, una feliz victoria para los amantes del pop de guitarras.