Rajoy Division fueron una banda levantina que estuvo activa de 2003 a 2013. En ese lapso de diez años sacaron un chorreo de referencias digitales que explicaban el todo que es España desde la parte que es Levante. De culto entre otras bandas, nunca se le llegó a editar nada en formato físico; se les tenía por los The Fall españoles por aquello de la incontinencia, el ramalazo post-punk y las cosas que escribía y cantaba -o gritaba, más bien- Alex, su ideólogo. En realidad también cabían en su cosmovisión de la música Los Inhumanos, Beef y muchos otros: el barrido que hacían emulando y homenajeando músicas populares en sus canciones iba de King África a la rumba estopera haciendo parada y fonda en Sigue Sigue Sputnik, Duncan Dhu y, por supuestísimo, el sonido trallero de La Ruta Del Bakalao. Ninguna otra banda ha hecho tantísimas versiones encubiertas del Just Like Heaven de The Cure.
El disco que recopilan Fikasound e Islam Records es un testimonio incompleto de lo que fueron, se precisaría un segundo volumen para abarcarles; no cupieron Y Se Murió De Sida, Habla Con La Mano y demás muestras de su ecléctico espectro sonoro. Lo que hay, eso sí, contiene auténticas joyas de la lírica y la música. Se les puede apreciar comparando el hecho de enamorarse con un golpe de estado al corazón o, como Massiel en El Amor, atribuyéndole a ese abstracto ideas y acciones propias de Charles Bronson en la saga Death Wish; pulsan la realidad levantina y la brecha generacional post ruta del Bakalao; hablan de tertulianos televisivo y testimonian un aciago hecho ocurrido en Intereconomía; narran de soslayo en casi todo momento esa cúpula del trueno que fuese la administración Camps; y, sobre todo, en medio de las risas, permiten entrever en las codas de muchas de sus canciones un determinismo al que no se puede escapar se haga lo que se haga. Porque Rajoy Division fueron artistas del hacer reír, desde luego, pero también notarios del fatum.