Sois un dúo, hasta que, un día, sois un dúo ampliado. No con algo, sino con alguien. Y tampoco sois un dúo cualquiera o casual: sois Duot. Lleváis más de una década pateando escenario a ras de suelo, mucho, muy fuerte, sin parar. Sin red. Los instrumentos y vosotros. Se podía hacer, y se hizo. Se sigue haciendo: agarrarse a la propia voz y demostrar que en el Estado español puede uno salir de una escuela de música y concentrar su carrera en la improvisación libre, en general, y en construir un discurso propio, en particular. Ahí es donde se cocina la personalidad, sí, el único lugar donde se desarrolla la intuición que te permite interactuar en un contexto de libertad tan expuesto: el escenario crudo, inclemente, despiadado. En las noches con locales repletos como en las que tan solo un par de espectadores se plantan ante ti. Tocas y tocas, y buscas, sin conocer bien el rumbo, ni el destino. Tan solo con la certeza de que el camino auténtico se asfalta cuando el dúo, Albert Cirera y Ramón Prats, se eleva sobre la confluencia de sus ideas y sus sonidos.
Y un día, Duot se junta con Andy Moor, y ya no son un dúo. Son otra cosa. Más grande, más fuerte y más rica, pero tan redonda como si su música siempre hubiese sido un cruce de caminos que algún día habían de converger para darse un sentido diferente. Moor es un universo en sí mismo, tanto con The Ex como con sus docenas de proyectos y aventuras musicales, y su encuentro con Duot es una explosión controlada de influencias, formaciones y edades dispares, que vibran, sin embargo, en la misma frecuencia.
Este es un disco para escuchar con los ojos cerrados, cegando la consciencia para que nada más pueda entrar, y también para que no se escape una nota, un sonido, ni siquiera el difuminado eco del último susurro al final de cada tema. La música contenida en Food es tan sincera que aturde. Cirera, Prats y Moor hablan el mismo idioma, el suyo, que no es el de Duot con un invitado, sino el de un trío que, recién nacido, se expresa como quien acarrea décadas de experiencia; como quien ha conquistado algo seductor y magnífico, y siente ahora la incontenible necesidad de compartirlo en esos mismo términos.