Como si no hubieran pasado siete años desde el anterior disco (Animalia lotsatuen putzua). Como si no hubiera habido cambios en la formación que habrían hecho temblar los cimientos de cualquier otra banda. Como si nada hubiera pasado y con el factor sorpresa a favor (Hola, ¿os acordáis de nosotros? Pues nada, que tenemos disco nuevo y sale mañana, en el décimo aniversario de la muerte de Mikel Laboa y coincidiendo con la Feria del Libro y el Disco Vasco de Durango).
Siete canciones compuestas en la más absoluta discreción, que no hacen más que agrandar la leyenda de la banda de Irún, con Karlos Osinaga y Jabi Manterola al frente. Lisergia e intensidad: las dos caras de Lisabö en su justa medida, que combinan a la perfección con las letras de un Martxel Mariskal en estado de gracia (qué lujo poder tener un miembro fijo que se dedique en cuerpo y alma al aspecto lírico del grupo). En la grabación también han participado la chelista Maite Arroitajauregi (Mursego) y Aida Torres, batería en los inicios de la banda, que no participará en los directos.
Eta edertasunaren lorratzetan biluztu ginen muestra el capítulo más equilibrado en la discografía de Lisabö. La cabalgada headbanging de Oroimena galdu aurretik idatzi gabeko gutuna (Carta no escrita antes de perder la memoria), la complejidad de texturas en Olio tantak ezpainetan (Gotas de aceite en los labios), el prólogo lisérgico Errautsaren bezpera (La víspera de la ceniza) y su continuación lógica a modo de contrapeso, Nomaden zirkulu tematia (El terco círculo de los nómadas), para terminar con Denboratik kanpo bizi garenok (Los que vivimos fuera del tiempo) y la frase que da nombre al disco, Eta edertasunaren lorratzetan biluztu ginen (Y nos desnudamos tras el rostro de la belleza). Deseando disfrutar en directo (previsiblemente en formato sexteto) de este tsunami sónico, en el que emociones y las pulsiones eléctricas adquieren otro nivel.