Este trío que ahora Bcore ayuda a poner en el mapa sigue manteniendo un marcado componente emocional (sobretodo en las letras), como si la música fuera una especie de soltar amarras y sirviera de vehículo para vaciar todas las frustraciones del individuo occidental del siglo XXI. El sello de Barcelona quedó marcado hace años como el hogar ideal para los amantes del post-hardcore made in Washington DC (Shanty Rd, No More Lies, Aina) y el grupo alicantino encaja perfectamente en ese árbol genealógico. La angustia existencial que desprenden los discos de Hoover (más la que también se encontraba en algunos de los grupos que formaron sus miembros con posterioridad -The Crownhate Ruin, Regulator Watts-), la grasa y visceralidad de unos Unsane, la precisión rítmica en los puñetazos de Jesus Lizard o Shellac El libro de estilo de Encono los emparenta también con referentes más contemporáneos como Lïsabö, Big Business o Young Widows.