Las 13 piezas reunidas en este álbum tienen en común que son obras realizadas por artistas peruanos para soporte de grabación de audio, y en conjunto permiten una lectura transdisciplinar de los rumbos que ha venido tomando la creación experimental con sonido en el Perú.
Y es que este uso frecuente del sonido, y en particular de la oralidad, en el arte contemporáneo peruano, responde a diversas motivaciones, entre ellas a la búsqueda de una resolución estética que a partir de la herencia de lo neo conceptual, encuentra en el sonido, y en el habla, una nueva manera de desmaterializar.
Pero sin duda responde a un contexto en donde lo oral constituye un universo de conocimiento y producción cultural vasto. De acuerdo a los datos del Ministerio de Cultura, en el Perú se tienen aproximadamente 47 lenguas indígenas y originarias, de ellas 4 se hablan en los Andes, siendo el quechua la que es hablada en casi todo el país (aproximadamente 4 millones de personas de un total de 30 que viven en el Perú). 43 lenguas se hablan en la Amazonía, donde la lengua más vital es el asháninca, que es hablada por alrededor de 97 mil personas. El Perú es por tanto un país multilingüistico y multicultural. La tradición oral comporta por tanto un importante acervo para el conocimiento de nuestras tradiciones.
Muchas de las piezas aquí reunidas aparecen también como una forma de denuncia, el uso de la tecnología para amplificar las voces, para registrarlas como documento y ser testimonio. Las piezas tratan sobre lo oral en el contexto de una sociedad fragmentada, y sobre las pugnas por el reconocimiento y la igualdad.
Si el arte conceptual fue la manera de poner en crisis la mercantilización del objeto artístico, los artistas sonoros peruanos de la oralidad buscan también poner en crisis esa mercantilización del silencio como espacio de bienestar para generar así, situaciones críticas, donde el sonido aparece como denuncia, como crítica a un sistema de dominación.
La presencia del sonido y de la oralidad en el arte contemporáneo es también una consecuencia del uso extendido de tecnologías de reproducción de sonido, que desde fines de los 90s han transformado el mundo de las artes visuales. Desde la aparición de las tecnologías de audición (radio, teléfono, gramófono) en los albores del siglo xx, hasta llegar a la actual revolución digital que ha transformado nuestros hábitos de consumo.
La portabilidad ha vuelto a la grabación y producción de sonido una actividad tan común y accesible como hyper desbordada: la cantidad de grabaciones y reproducciones de audio que se realizan en la actualidad por minuto son incontables, sin que quede claro el límite: creaciones para consumo humano o residuos que toman lugar permanente en el imaginario sonoro (publicidad, ringtones, bocinas, contaminación sonora) y estimulan nuevos actos creativos. El ruido está más presente que nunca en nuestras vidas.
Desde principios de siglo XX, Marcel Duchamp con sus piezas Erratum Musical (1912) y Un Ruido secreto (1916), y los Futuristas y su Arte de los ruidos (1913), abrieron un rumbo de intersticio entre artes visuales y creación sonora, que la socialización de la tecnología no hará más que intensificar. Del Wochenende (1930) de Walter Ruttmann (una película hecha únicamente con sonidos) a 433 (1952) de John Cage (una composición musical hecha únicamente con silencios) ciertas obras con audio han sabido poner en crisis los lugares de representación para postular a zonas grises y reinventar nuestra propia relación con la obra de arte.
En Perú las artes visuales y la creación sonora han tomado en los últimos años un camino común. Artistas visuales han empezado a incursionar con obras de sonido. Músicos experimentales han empezado a desplazarse al circuito de las artes visuales. Un movimiento de arte sonoro se ha vuelto visible y audible. Hacer la audición: encuentros entre arte y sonido en Perú (2016), la más grande retrospectiva de arte sonoro en el Perú, presentada en el Museo de Arte Contemporáneo de Lima, reunió a más de 35 artistas en cerca de 45 piezas entre instalaciones y esculturas sonoras, piezas para soporte de grabación, partituras visuales y performances, donde estuvieron presentes muchas de las piezas aquí reunidas. Trazó una historia que tiene como pioneros a artistas como Jorge Eduardo Eielson y Francisco Mariotti, cuyas primeras experiencias con sonido datan de fines de los 60s. Grabar y Coagular era una publicación esperada y necesaria, una colección de audio piezas realizadas por artistas peruanos, que define un ámbito de creación donde el sonido es la materia y forma en que la información se hace presente (Luis Alvarado).