El método desarrollado por Stanislavski propone, tanto al actor como al director, una serie de herramientas que sirvan para orientarlos en el camino que lleva a la vivencia y a la encarnación de los personajes. Stanislavski era enemigo acérrimo de los dogmatismos y los formalismos, y siempre preconizó, en su tarea como pedagogo, que la utilización de su método fuera algo específico para cada actor, no una regla general. La práctica del método implica, necesariamente, una flexibilidad rica y variada, es decir, cuanto más personalizada sea su aplicación, más fecundo será el resultado obtenido en el proceso creador.