A sus dieciocho años, Lela solo sabe que tiene que asesinar a su profesor de Historia y que le espera una vida nueva más allá del campo de peras, un lugar en apariencia hermoso en el que ocurren terribles atrocidades. Una novela sobre las víctimas, pero no sobre el victimismo. Sobre la violencia, contada sin patetismo. Sobre la crudeza de la vida y sus momentos de luz.